MAFAPO DESAZÓN Y ESPERANZA: MEMORIA DE LOS OLVIDADOS*

Escrito por el 27 de mayo de 2019

Fuente: Archivo Alejandra Ávila, Luisa Ramírez y Kimberly Galindo. 2018

Fuente: Archivo Alejandra Ávila, Luisa Ramírez y Kimberly Galindo. 2018

Autoras:  Alejandra Ávila, Luisa Ramírez, Kimberly Galindo. Estudiantes UPN.

Por más de cincuenta años Colombia se ha visto afectada por el conflicto armado, siendo una de sus manifestaciones las ejecuciones extrajudiciales, entendidas como una conducta criminal-violatoria del Derecho Internacional Humanitario (DIH), comprendidas en la categoría terrorismo de Estado cometida a civiles en condición de indefensión por las instancias encargadas, justamente, de defender su vida, honra y bienes. Los medios de comunicación denominaron como “falsos positivos” los casos en los que un civil inocente era reportado como baja enemiga. En el argot militar en Colombia cada baja del enemigo en combate es denominada “positivo”.

Entre el 2002 y el 2010 se registraron la mayor cantidad de ejecuciones extrajudiciales en el país, siendo el caso de 19 jóvenes de Soacha y Bogotá el más representativo, ocurrido en los años 2004, 2007 y 2008. Los jóvenes salieron de sus casas tras aceptar una falsa oferta de trabajo en Ocaña- Norte de Santander, donde fueron asesinados y posteriormente vestidos con prendas militares para hacerlos pasar como integrantes de grupos al margen de la ley abatidos en combates con el ejército.

Las ejecuciones extrajudiciales se realizaron para cumplir con “los criterios para pagos de recompensas por la captura o el abatimiento en combate de miembros de grupos al margen de la ley y bonificaciones por operaciones de importancia nacional”, es decir que fueron parte de una de las estrategias para la disminución del terrorismo y el narcotráfico desde los principios de eficacia y legalidad del plan de gobierno “Seguridad Democrática” de Álvaro Uribe Vélez, cuyo objetivo principal fue el fortalecimiento de las estructuras y las acciones de las fuerzas armadas, lo cual se encuentra expresado en el Decreto 1400 de 2006 por el cual se crea la Bonificación por Operaciones de Importancia Nacional –BOINA–:

Créase la Bonificación por Operaciones de Importancia Nacional, Boina, para los Miembros de la Fuerza Pública y funcionarios del Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, que participen en una operación de importancia nacional, la cual se otorgará por cada ocasión (Art. 1) [3].

Estos pagos oscilaban entre los 10 y los 13.106 salarios mínimos legales vigentes y dependían del rango que ocupaba la persona dada de baja dentro del grupo armado [4].

Ante las denuncias de las madres de los jóvenes presentados como dados de baja en combate, el país conoció el caso de las ejecuciones extrajudiciales y el inicio de investigaciones que han pasado por: dilaciones, encubrimiento y falsos testimonios sobre los jóvenes asesinados, esto por parte de altos mandos militares y representantes del gobierno, ejemplo de ello fue la forma en que se presentó a los jóvenes asesinados sobre quienes, aseguró el ejercito,  eran guerrilleros dados de baja en combate, versión que fue respaldada por el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, quien aseguró que los jóvenes salieron hacia Ocaña y Cimitarra con fines delictivos, pues “no salieron con el propósito de trabajar o recoger café”.

Posteriormente, se dio inicio a los procesos judiciales en contra de algunos militares involucrados y, en el mediano y largo plazo, impunidad en la mayoría de los casos, lo que generó indignación y coraje cívico por parte de estas Madres, quienes “ha[n] visto cómo pasan los años sin que la justicia obre” [7].

Estos hechos llevaron los familiares de los jóvenes asesinados, principalmente las madres, a organizarse y adelantaran acciones para exigir justicia, verdad, reparación y no repetición de casos como estos. Algunas de estas acciones son: compartir experiencias en eventos nacionales e internacionales (viaje a Asturias), conmemoraciones de los 4, 9 y 10 años del asesinato de sus hijos (en Soacha, Bogotá y Ocaña), participación en la mesa de negociación del proceso de paz en la Habana así como en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

También se ha realizado la construcción de un estado del arte, documental y oral, financiado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y apoyado por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ), un conversatorio con las Madres de la Candelaria en el marco de la catedra UNESCO para la paz, actividad continua en redes sociales, toma de espacios públicos (plantones frente a los juzgados, encadenarse en la Plaza de Bolívar), y muestras artísticas (tejidos, murales).

Entre estas acciones, se destacan: el proyecto “Nunca Más”, basado en un conjunto de fotografías tomadas a varios familiares de los jóvenes ejecutados extrajudicialmente, quienes se tatuaron para recordar a sus seres queridos y mantener su memoria viva. Para esto, los familiares “fueron al estudio, revivieron la historia, la contaron, se tatuaron y, de ahí, con la tinta todavía fresca, pasaban al estudio de fotografía” [8] del fotógrafo holandés Niels Van Iperen. Además de este proyecto, se encuentra “Madres Terra”, una serie de fotos tomadas por el fotógrafo colombiano Carlos Saavedra, que muestran los cuerpos de las Madres cubiertos de tierra, con el fin de representar la relación entre la vida y la muerte, en tanto estas mujeres dieron vida a sus hijos y la guerra se los arrebató.

Fuente: Archivo Alejandra Ávila, Luisa Ramírez y Kimberly Galindo. 2018

Fuente: Archivo Alejandra Ávila, Luisa Ramírez y Kimberly Galindo. 2018

Estas acciones permiten entender la importancia y trascendencia política e histórica de las Madres de Soacha y Bogotá que como víctimas decidieron contribuir  la paz a través de su trabajo de memoria y denuncia. Una memoria histórica que nace del interés por la no repetición de hechos como estos que segaron la vida de miles de jóvenes en todo el país y cuyos casos es necesario esclarecer a la luz de la verdad, de la investigación sobre los hechos y el acceso a la justicia. De esta manera la madres fortalecen la transmisión de los sentidos de su pasado a las nuevas generaciones, al permitirles identificarse y resignificar lo sucedido, sus luchas y sus acciones, para que dichas generaciones logren comprender los hechos y apostarle a un país más justo.

Para mayor información lo invitamos a escuchar el programa:

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[*]Esta noticia se basa en el trabajo de grado Más allá del silencio y el olvido: Memoria histórica y educación en cuatro organizaciones de mujeres constructoras de paz en Colombia: Madres de Soacha y Bogotá – MAFAPO.

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Bibliografía

[1]  Marín, L. (2016). Seguridad democrática, Derechos Humanos y memoria histórica en Colombia. Tesis de maestría en comunicación-educación. Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá.

[2]  Fundación Educación y Desarrollo -Fedes- y Corporación de Apoyo a Comunidades Populares-Codacop-. (2010) “Voces de las mujeres: los procesos de resistencia de las organizaciones de mujeres en el marco del conflicto armado colombiano”. X informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, pp. 95-117.

[3] República de Colombia. Departamento Administrativo de la Función Pública. (2006). Decreto 1400 de 2006. Recuperado el 08 de mayo de 2017, en:  https://www.mindefensa.gov.co/irj/go/km/docs/Mindefensa/Documentos/descargas/Documentos_Home2/decreto_bonificaciones.pdf

[4]  República de Colombia. Ministerio de Defensa Nacional. (2005). Directiva Ministerial Permanente N° 29 de 2005. Recuperado el 08 de mayo de 2017, en: http://www.justiciaporcolombia.org/sites/justiciaporcolombia.org/files/u2/DIRECTIVA_MINISTERIAL_COLOMBIA.pdf

[5]  El Espectador. (2008). Uribe dice que desaparecidos de Soacha murieron en combate. Recuperado el 20 de abril de 2017, en: https://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-uribe-dice-desaparecidos-de-soacha-murieron-combates

[6]  El Tiempo. (2008). Uribe avala versión de Fiscal sobre caso Soacha. Recuperado el 04 de marzo de 2017, en: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-3131295

[7]  Revista Semana. (2011). No me quiero morir sin ver que se hizo justicia.  Recuperado el 12 de junio de 2017, en: http://www.semana.com/nacion/articulo/no-quiero-morir-ver-hizo-justicia/240806-3

[8]  Kapkin, S. (2016) “Nunca más: los tatuajes para no olvidar de las madres de Soacha”. ¡Pacifista!. Recuperado el 17 de abril de 2017, en: http://pacifista.co/nunca-mas-los-tatuajes-para-no-olvidar-de-las-madres-de-soacha/

[9] Rivera, L. (2017) “En Colombia hay una rosca de la que no me interesa ser parte”. Revista Arcadia. Recuperado el 17 de abril de 2018, en: https://www.revistaarcadia.com/agenda/articulo/carlos-saavedra-fotografo colombiano-gano-premio-en-londres-madres-de-soacha/65535

[10]  Jelin, E. (2002).​ Los trabajos de la memoria. Madrid: Siglo XXI.

 


Opiniones
  1. Milton Macías mora   /   20 de septiembre de 2020, (1:10 am)

    Mi hermano fue vestido de policía y torturado y muerto por parte de policías en Medellín en el caí del parque bolivar en los años 1990 y mi mamá fue a qué se lo entregaran ,pero con burla y sarcasmo le dijeron que ya lo soltaron ,pero no estaba vivo ,lo dejaron muerto en la variante a las palmas y ,mi mamá fue visitada por varios hombres sin uniforme y le dijeron que si denunciaba nos mataban a todos ,por eso necesito de ayuda para que esto no quede impune ,exigimos verdad justicia y reparación ,gracias

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